Un frasco de vidrio de 1, 2 o 5 litros
Una servilleta de tela
Una banda elástica
Un SCOBY madre y cultivo iniciador (kombucha pura fermentada de un lote anterior)
Té
Azúcar
Agua filtrada
Cuando se trabaja con la kombucha, es de vital importancia no introducir bacterias competidoras al fermento. Por ello, asegúrate de lavarte y enjuagarte bien las manos antes de comenzar a trabajar con la mezcla de té o el SCOBY. Así como de limpiar todos los elementos.
Hierve la cantidad de agua necesaria.
Una vez hervida, echala en el frasco de vidrio junto con el té. Si utilizas un té de hoja suelta, mételo en un infusor o en una bolsita de algodón (no metálica). Y deja que infusione durante 10 – 20 minutos. Pasado este tiempo, retira el infusor o las bolsitas de té.
A continuación, agrega el azúcar, remueve con una cuchara de palo hasta que se haya disuelto por completo.
Tapa el frasco con un paño limpio y deja que se enfríe por completo el té. Te aconsejo preparar el té por la noche para que esté listo a la mañana siguiente.
Una vez enfriado el té añade el SCOBY y el té iniciador al frasco.
Muy importante, no uses utensilios metálicos ni añadas el hongo a un té caliente, de lo contrario se dañará el fermento.
Por último, cubre el frasco con la tela y asegurala con una goma elástica resistente.
Para elaborar la kombucha, el sitio ideal debería de tener una temperatura cálida. Pero no en exceso. De manera general, la temperatura ideal es entre 21º C y 26ºC.
También es importante que el lugar escogido esté fuera del alcance de la luz solar directa. Y que tenga buena ventilación. Otra cosa a tener en cuenta es que la kombucha no se fermente cerca de otros alimentos fermentados. Como por ejemplo, el kefir, el yogur o el chucrut. La contaminación cruzada de levaduras y bacterias puede ser problemática para el SCOBY y el resto de fermentados con los que estés trabajando.
Deja que la kombucha fermente. De hecho, el período de fermentación está condicionado por tres factores: la temperatura ambiente, el oxígeno y el área de la superficie. Una fermentación lenta y constante da como resultado una bebida con un perfil de sabor más agradable.
A partir del día 10 podemos comenzar a probar nuestro fermento. Algunas personas prefieren su kombucha tras haber fermentado tan sólo una semana. Mientras que otros se decantan por una fermentación de 2, 3 o 4 semanas. No obstante, ten en cuenta que los períodos más cortos de fermentación dan como resultado una bebida más dulce. Por el contrario, con los períodos más largos, obtenemos una kombucha con un sabor más ácido, tirando a avinagrado.
En general, cuanto más tiempo se deje fermentar la kombucha, menos contenido en azúcar va a tener. Así que si nos preocupa el consumo de azúcar, recomiendo un período de fermentación de un mínimo de 3 semanas (en condiciones óptimas) antes de su consumo.